La Leyenda del Silbón: El Escalofriante Espectro Venezolano
Hoy te traemos una escalofriante leyenda venezolana que te pondrá la piel de gallina cada vez que oigas un silbido. Se trata del Silbón, el tenebroso espectro de un hombre condenado a vagar eternamente por las llanuras y bosques de Venezuela con un viejo y harapiento saco al hombro, en el que, según cuentan, lleva huesos humanos.
¿Quién es el Silbón?
Este espíritu maldito es descrito por muchos como un gigante alargado de hasta seis metros de altura que sobresale entre los árboles, llevando un sombrero de paja. Avanza sigilosamente emitiendo un silbido inquietante y perturbador que entona las notas musicales de forma ascendente hasta FA y bajando el tono hasta SI. Dicen que este espantoso sonido es presagio de muerte.
Si escuchas de cerca el silbido, no debes preocuparte, significa que el Silbón está muy lejos y no corres peligro. Pero si lo escuchas de lejos, ten cuidado, tal vez sea demasiado tarde para ti.
Origen de la Leyenda del Silbón
Se cree que la leyenda del Silbón se remonta al siglo XIX. Existen muchas versiones de la historia, pero en una de las más extendidas, el Silbón fue un hombre que vivía con sus padres y abuelos y solía ir a los lugares silbando, de ahí su nombre. Desde pequeño, se crió como un niño mimado al que le consentían todo. Gritaba y lloraba hasta conseguir siempre lo que quería.
Cuentan que un día el muchacho, sentado a la mesa, despreció la comida que su madre le había preparado, diciendo que tenía ganas de comer asado de ciervo. Su padre, angustiado, le prometió que conseguiría uno para cenar esa noche. Entonces, el chico y su padre fueron al bosque, pero tras varias horas de cacería, el padre no encontró ninguna presa y volvió con las manos vacías.
El joven hambriento se enfureció tanto que asesinó a su padre en un ataque de ira y con el cuchillo de caza le sacó las vísceras para tener algo que cenar. Al llegar a casa, puso las entrañas sobre la mesa y le pidió a su madre que las cocinara. Ella, algo desconfiada, comenzó a hacer preguntas y cuando se dio cuenta de que eran las tripas de su marido las que estaba cocinando, entró en pánico.
El abuelo, que se había enterado del parricidio, decidió enseñarle una lección a su malvado nieto. Lo amarró a un árbol y golpeó su espalda a latigazos hasta que la sangre brotó en abundancia. Después, echó ají (pimiento) y limón sobre las heridas para que sintiera el insoportable ardor. El joven fue desterrado, maldecido y condenado a vagar hasta el fin de los tiempos, enviando al perro tureco o perro del diablo tras él para que lo persiguiera. Por eso, el ladrido de los perros, el ají y los látigos suelen espantar al Silbón.
El Silbón en la Cultura Popular
Desde entonces, deambula por bosques y llanuras, con su silbido característico y el saco mugriento donde guardó los huesos del cadáver de su padre. Dicen que se para en la entrada de las casas para contar uno a uno los huesos del saco. Si las personas de la casa logran verlo o escucharlo, no les pasará nada. Pero si nadie se percata de su presencia, a la mañana siguiente algún miembro de la familia aparecerá muerto y añadirá los huesos de este a su colección.
A veces, se aparece en forma de sombra para atacar a los borrachos y mujeriegos. A los primeros les succiona el aguardiente que tienen en el cuerpo por el ombligo y a los mujeriegos los despedaza arrancándoles los huesos.
Esta leyenda está también presente en el folclore colombiano, donde en algunas regiones es conocido como El Silbador o El Chiflón. La versión en Colombia habla del alma en pena de un mujeriego que murió en soledad y simplemente busca la compañía de alguien para montar a caballo. Aunque otras historias más siniestras cuentan que alguien cercano a quien oye su silbido morirá. Si el silbido es agudo, será mujer y si es grave, hombre.
Son muchos los que aseguran haber visto al Silbón en verano, sentado en los troncos de los árboles, descansando mientras juguetea con polvo entre sus manos. Pero es sobre todo en tiempos de lluvias cuando está hambriento de muerte.
Mantente Alerta
Mantén los ojos bien abiertos y si escuchas a lo lejos alguna especie de silbido espeluznante, estate alerta porque puede que el Silbón ande cerca.